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25 dic de 2006

ESPÍRITU DE AMOR

Esperar la Navidad siempre fue una ilusión. De pequeños, en tiempos en que no estaba enraizado el consumismo, hacíamos cartas al Niño Dios unos quince días antes, pidiéndole lo imposible y esperábamos…; pero, no siempre recibíamos nuestros deseos, cuando al amanecer del 25 íbamos a ver nuestros zapatos dejados al pie del nacimiento. Sin embargo, nos sentíamos felices con lo que el Niño nos había traído; no importaba qué. Y nadie sabía cómo ni en qué momento nos había dejado los regalos, pero ahí estaba la imagen del Niñito Dios, mirándonos, junto a sus padres, José y Maria, y a sus juguetitos y los animalitos del pesebre.
Pero el tiempo pasó y poco se hizo por conservar lo nuestro, hasta que la tradición del Niño fue vencida por la del Papa Noel llegado sin pasaporte, pero bien recibido, como lo son todos los extranjeros que vienen a Bolivia.
Hoy, ese Papa Noel, como buen embajador del consumismo, se pasea por las calles quince días antes de la Navidad, hipnotizando a pequeños y a muchos grandes con mil disfraces y rostros distintos, aunque con la misma risa agringada, invitando a todos a comprar lo que sea. Y a media noche del 24 se hace presente en algunos hogares, con un nuevo disfraz, aunque algunos niños lo ven algo parecido al papá, al tío o al payasito del cumpleaños pasado; pero, igual cautiva a todos con su risa bonachona mientras reparte los regalos a niños y a adultos.
Hoy —con las calles abarrotadas de gente que no sabe qué comprar; de comerciantes preocupados que no saben si venderán todo y recuperarán lo invertido; de niños pudientes que piden fantasías y de papás sofisticados que conceden todo a sus vástagos, creyendo que el dinero reemplaza al amor; de otros niños villanciqueros convertidos en mendigos; de gente convertida en limosnera por necesidad o comodidad, pero vergonzantemente— parece que el verdadero Espíritu de la Navidad se aleja cada vez más: ese Espíritu de solidaridad, de perdón y olvido a las humillaciones o injurias recibidas; de desarme de pasiones, rencores, broncas acumuladas; de abrazos y encuentros; de alegría, de Paz; ese
Espíritu de Amor que sólo es posible cuando el corazón se abre sin condiciones hacia otr@s y hacia uno mismo.
Y así vamos hoy, un poco aún envueltos en la fiebre de comprar por comprar, pero mucho más en ofrecer (en lo pequeño que damos) lo mucho que queremos.
¡¡¡Feliz Navidad!!!

Dic 2006

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