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29 oct de 2011

La defensa del TIPNIS unió a la mayoría del pueblo

La VIII Marcha Indígena por la Defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) ha unido al pueblo, como dijo Fernando Vargas, presidente de la Subcentral del TIPNIS: “Antes el fútbol unía a los bolivianos, ahora la marcha los (nos) ha unido”. Y de verdad es que los indígenas de tierras bajas, al unísono, nos han clarificado la diferencia entre el vivir digna y honestamente, en armonía con la naturaleza, y el vivir endiosando al desarrollo capitalista salvaje, al derroche, al consumo y a la acumulación.

Los indígenas marchistas, con el apoyo de la mayoría de la población boliviana, logró impedir la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, la carretera de la discordia, la del contrato irregular con una de las más corruptas empresas brasileras, la del desconocimiento de las leyes nacionales y de los convenios internacionales.

Con la Marcha se dijo basta al abuso de autoridad, a la prepotencia. Los autores intelectuales y materiales de los atropellos durante los dos meses de la caminata, del fatídico 25 de septiembre, fueron derrotados sin violencia. Se los venció con paciencia y humildad, pero con la certeza de que los indígenas no marcharon más de 500 km a pedir una limosna al Órgano Ejecutivo ni a exigir una reivindicación irracional; su marcha fue para exigir a los gobernantes para que respeten los derechos conquistados, que sean coherentes en sus discursos y sus acciones, que no nos mientan, que cumplan las leyes y, en especial, la nueva Constitución Política del Estado por la que votamos y estamos obligados cumplir.

El presidente Morales aceptó, a regañadientes, la paralización definitiva de la carretera que atraviese el TIPNIS, y los diputados del Movimiento al Socialismo (MAS) también tuvieron que hacerlo ante la nación, pero las amenazas a los marchistas continúan, de parte del primer mandatario y de dirigentes de los llamados movimientos sociales afines al gobierno. Los parlamentarios del MAS que quieren esa carretera no debían votar por la ley de protección del TIPNIS porque, al hacerlo, se ha confirmado una vez más de que son unos “levanta manos”.

Se suponía que Evo Morales es el presidente de todos los bolivianos, que su “sabiduría” (así dijeron algunos) hizo que aceptara que la carretera no pase por el TIPNIS; pero la noche en que promulgó la ley conquistada, se mostró como siempre, arrogante, y reprochó a los indígenas que osaron pisar “su” palacio y que le obligaron a cumplir las leyes.

La noche del lunes 24 de octubre que quedará grabada en la retina de los marchistas y de los bolivianos, el Presidente asumió actitudes que no condicen con la “grandeza” y la “sabiduría” que algunos le atribuyen. Con desprecio, mientras hablaban los líderes indígenas Fernando Vargas y Adolfo Chávez, el Presidente escribía y leía o hablaba con sus vecinos; en otras palabras: “ninguneó” a los dirigentes indígenas. Fueron muy pocos momentos en los que al no saber qué hacer, miraba al vacío, sin escuchar las explicaciones sobre la Marcha. Y después llegaron los reproches… Es decir, sus perdones de días anteriores (por la represión del 25 de septiembre, sobre la que los gobernantes optaron por el “yo no fui”), se diluyeron porque siguió vapuleando a los marchistas.

¿Se cumplirá esta nueva Ley de protección del TIPNIS ante sectores sociales en disputa y con poder económico, afines al gobierno —cocaleros, colonizadores, ganaderos y comerciantes ignacianos, madereros, transportistas, empresarios— que ya tienen planes para explotar y aprovechar los bienes de ese territorio?

Las leyes por sí solas no garantizan que cambie una situación; ellas deben ser aplicadas por los administradores del Estado para que los bolivianos las acatemos. Por eso es tarea ineludible, de los bolivianos, que acompañamos la marcha y, en especial, de los indígenas de las tierras bajas, vigilar el cumplimiento de esa norma porque de muchos funcionarios del actual Estado poco se puede esperar; más todavía, si se imparten instrucciones desde el poder para perforarla.

El viernes 28 de octubre, en una reunión en Cochabamba, el presidente Morales cuestionó a las autoridades locales porque no apoyaron a su proyecto depredador que pretendía partir el parque Isiboro Sécure; parece que con esa actitud el Presidente no está dispuesto a cumplir la ley de protección del TIPNIS que tuvo que promulgar, y para ello también tiene movilizados a grupos de cocaleros y de indígenas que traicionaron a sus organizaciones naturales y se agruparon en el Consejo Indígena del Sur (CONISUR). http://www.erbol.com.bo/noticia.php?identificador=2147483951391.

Luego el Vicepresidente lanzó una advertencia referente a la intangibilidad del TIPNIS, la que se puede interpretar como una revancha en contraposición a los indígenas que dicen que "la figura de intangibilidad se refiere sólo a la intromisión foránea sobre el parque". García Linera dijo: "La ley establece que el Parque Isiboro Sécure en su totalidad es intangible, un reglamento no puede interpretar la ley y es aplicable para todo el Parque (...) hagamos cumplir la intangibilidad en el TIPNIS, el gobierno va hacer cumplir la ley como corresponde". Y ante la insistencia de un periodista de cómo la hará cumplir, García señaló: "Ya van a ver". http://www.erbol.com.bo/noticia.php?identificador=2147483951428

Los gobernantes están heridos porque no aceptan que el pueblo los haya obligado a cumplir la ley. Esta vez el primer mandatario ya no pudo imponer el camino “quieran o no quieran...” ni decirle a sus abogados “yo le meto por más que sea ilegal. Después les digo a los abogados: si es ilegal, legalicen ustedes, ¿para qué han estudiado?" El presidente Morales debiera entender que ser mandatario es haber recibido el mandato del pueblo que lo eligió, por lo que es el primer ciudadano obligado a cumplir las leyes; mandatario no es ser autoritario.

Podíamos esperar lo peor de los políticos de los partidos de la derecha —represión, desprecio, mentiras y más— pero no de un ciudadano que dijo que gobernaría con el pueblo y que llegó a la silla presidencial en hombros de la mayoría nacional: de pobres, ricos y clase media, de indios, mestizos, blancos y negros.

Los gobernantes nos han mentido reiteradamente, y sus discursos no encajan con lo que hacen. De nada ha servido una de las declaraciones del canciller David Choquehuanca (24.01.2011) cuando se posesionó el primer gabinete del segundo período de Evo Morales: “… mentir no es vivir bien”.

Algunos dirán que aún es posible hacer un nuevo pacto con los gobernantes para reencauzar y rectificar el “proceso de cambio”, pero no es posible creer en alianzas con quienes han reprimido al pueblo, con quienes siguen discriminando en pleno siglo XXI, cerrando las entradas a la Plaza Murillo como lo hicieron los oligarcas de antaño cuando los indígenas no podían entrar a las plazas principales. La desconfianza en el pueblo se agigantó.

Sólo la vigilancia y movilización de los trabajadores del campo y las ciudades, de los que aspiramos una sociedad justa, con respeto a los derechos humanos (sociales y políticos), con oportunidades a trabajo digno, hará posible que este proceso que vivimos no sea fondeado ni que la derecha se aproveche para sepultar lo conquistado.

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